Step 1

Lo primero que debes hacer es pelar las cebollas y córtalas a trocitos muy pequeños. Debes picarlas lo más finas que puedas para que al freírlas queden muy crujientes. Si te lloran mucho los ojos cuando picas cebollas, te animamos a que visites nuestro artículo sobre cómo no llorar con la cebolla y pongas en práctica nuestros consejos.

Step 2

Cuando las tengas bien troceadas, añade una pizca de sal y colócalas en un recipiente. Luego, añade las dos cucharadas de harina y mézclalas bien con la cebolla picada. Un truco muy efectivo para que ambos ingredientes queden bien integrados es introducirlos en una bolsa de plástico, cerrarla y agitarla.

Step 3

Una vez mezclada la cebolla con la harina, pon una sartén a calentar con el aceite suficiente para cubrir todos los trozos. Cuando el aceite esté bien caliente, incorpora la cebolla picada y empieza a freírla. Es muy importante que no dejes de moverla para evitar que se pegue en la sartén y se queme.

Step 4

Cuando todos los trozos de cebolla estén dorados, no quemados, apaga el fuego y retira la sartén. Luego, coge un colador y cuela la cebolla para escurrirla bien y retirar el exceso de aceite. Recuerda que puedes reutilizar este aceite para cocinar otras cosas, así que no lo deseches.

Step 5

Cuando la hayas colado, coloca un trozo de papel de cocina en un plato y la cebolla sobre él para acabar de eliminar el aceite que quede. Retira el papel y ya tienes tu cebolla frita lista para complementar tus platos favoritos.